domingo, 4 de diciembre de 2011

Multitudinaria demostración de fe por las calles marplatenses

Miles de fieles dieron vida a la 38ª Marcha de la Esperanza, que partió de la Gruta y culminó en la Catedral, con una misa celebrada por monseñor Antonio Marino, en su primera participación de este evento religioso como obispo diocesano. 


Con anteojos y gorros para protegerse del sol, calzado cómodo y alguna botellita de agua para hidratarse durante el camino, miles de fieles se dieron cita ayer a la tarde en la Gruta de Lourdes para dar cuerpo a la mayor movilización de la fe cristiana marplatense, que llegó a su 38ª edición.



Mientras que sobre la calle Magallanes se preparaban los caminantes, las camionetas portadoras de los equipos de sonido y los voluntarios -identificados con chalecos amarillos, celeste y rojo-, en el interior de la Gruta aguardaba la señal de partida la carroza con la Virgen, el obispo diocesano y los niños boy scout, además de muchos cristianos que no perdieron la oportunidad de rezar en el sitio sagrado.
La de ayer fue la primera participación de monseñor Marino en la caminata, a la que no dudó en calificar como "una tradición notable, gloriosa, de la iglesia marplatense", que lleva casi tantos años de existencia como él de vida pastoral. Vale recordar que días pasados cumplió 40 años como sacerdote.
El obispo señaló que "ponemos bajo el amparo de la Virgen la defensa de la vida, de hecho el lema es `Madre enséñanos el camino de la vida´ y el camino de la vida para nosotros es el camino de Cristo".
Asimismo, resaltó que "identificamos a Cristo con la vida en plenitud y todo lo que tenga que ver con el respeto irrestricto a la vida lo ponemos bajo el amparo de Ella, que es la madre de Cristo".
En tanto, en la calle Magallanes los caminantes ya entonaban "juntos como hermanos, miembros de la Iglesia", mientras se acomodaban para partir encabezados por una cruz, el cartel con el lema y otro más que rezaba "El amor es capaz de lo imposible", para dejarle espacio a la carroza con la Virgen y al obispo y los sacerdotes, más las tradicionales banderas argentina y papal.
Toda la caravana estuvo encabezada por las motos y vehículos de la división de Tránsito municipal y por efectivos de la Bonaerense.

Respeto
La primera parada se realizó en el templo San Antonio, oportunidad que muchos caminantes utilizaron para reponer energías bajo las pocas sombras que existen en la plaza Esteban Echeverría.
Marta y una amiga comentaban que "venimos siempre, desde el inicio" y recalcaba su devoción a la Virgen de Lourdes, que la lleva a "cumplir con la Novena en febrero".
La multitud caminante fue de lo más heterogénea: mujeres de todas las edades, algunas acompañadas por sus maridos; niños pequeños en los carritos empujados por sus madres; adolescentes con camisetas de Aldosivi o look "wachiturro".
Durante toda la caminata, a medida que entonaban diversas canciones religiosas, por los altoparlantes se informaba que se juntaban firmas para presentar el año que viene un proyecto de "ley de protección integral de la familia, desde la concepción hasta la muerte natural".
En ese sentido, el vicario de la diócesis monseñor Armando Ledesma agregó que "no se puede permitir que la muerte se instale como una más entre nosotros, con la violencia, el maltrato que estamos viviendo. La marcha no es una queja de lo que nos pasa, sino que es un canto a la vida, y con la Virgen optamos por la vida y es una propuesta por ella".
La marcha continuó por las parroquias Jesús Obrero; San José, donde se desplegó una bandera argentina de 120 metros que fue portada por distintas familias hasta la Catedral; y la Parroquia Asunción de la Santísima Virgen, para recalar finalmente en la Catedral de los Santos Pedro y Cecilia, donde el obispo celebró la misa.
Historia
La Marcha de la Esperanza comenzó a organizarse en 1973, por iniciativa de un grupo de sacerdotes y de jóvenes que recibió el apoyo de monseñor Eduardo Pironio.
Desde entonces, la peregrinación se realiza el sábado anterior a la fiesta de la Inmaculada Concepción de María, que se celebra cada 8 de diciembre; en definitiva se trata del comienzo del Adviento, que es el tiempo de la esperanza cristiana.

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